Como práctica oriental que explota y encausa la energía del ambiente, el Feng Shui nos ofrece consejos de gran utilidad para alcanzar el equilibrio armónico entre nosotros y lo que nos rodea. Con mayor razón al interior de nuestro hogar, que es el espacio que construimos en base a nuestro estilo y que debería servirnos de refugio y despeje ante los elementos negativos de fuera.
La energía a la que hace referencia el Feng Shui recibe el nombre de Chi. En este caso, nos proponemos alcanzar el “Chi doméstico” en base a la combinación de colores, materiales, objetos y su distribución dentro de la sala de estar.
Si hablamos del efecto anti-estrés, una pared color azul, blanco o la combinación de ambos nos envolverá de tal manera que los problemas quedarán tras de la puerta. Y para no perder la alegría e invitación a la convivencia, no pueden faltar el amarillo y el rojo en los muebles, pisos y cortinas.
Los muebles -de preferencia, acolchados- deben estar ordenados en ángulo de 90° o en forma de media luna. Siempre pegados hacia la pared y nunca dando la espalda a la puerta de ingreso, ya que genera una sensación de hermetismo y rechazo (bloqueo del Chi).
Así mismo, hay que colocar una mesa de centro que tenga por lo menos las patas o el tablero de madera. Encima de este puede ponerse un jarrón con flores naturales o algún otro adorno, siempre y cuando no la recarguen.
Lo mismo sucede con los cuadros. Un par de imágenes alegres bastan para que el Chi no se estanque por exceso de elementos. Y si vamos a incluir algún aparato electrónico, que sea solo uno y ubicado en una de las esquinas de la habitación.
Como los pisos absorben toda la energía, procuremos que sea de un material frío como el cerámico y encima haya una alfombra amplia. Así se podrá establecer el balance entre la fuerza de la buena vibra y el relax.
Fuente: Enplenitud.com
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